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Jose A. Lopez-Escamez

La herencia en los acúfenos

acúfenos como la expresión perceptiva de una actividad neuronal

anómala de la corteza auditiva desencadenada tras una desafe-

renciación auditiva en la que concurre una plasticidad neural ina-

daptada (2, 3, 4). Así, se ha observado como en la presbiacusia, la

ototoxicidad por salicilatos y el trauma sonoro, todos ellos causas

bien conocidas de acúfenos, aparecen una serie de alteraciones

en la dinámica de los neurotransmisores de la vía auditiva que

conducen a un desequilibrio entre la actividad excitadora del glu-

tamato y la inhibidora del GABA con un resultado neto de sobre-

excitación, la cual conduciría a una hiperactividad en la vía audi-

tiva. Esta hipótesis se sustenta en la constatación de un aumento

en la actividad neural espontánea en el núcleo coclear dorsal, el

colículo inferior, el tálamo y la corteza auditiva, tanto primaria

como secundaria. Del mismo modo, se ha observado un aumento

de la actividad en ráfagas en el propio nervio auditivo, el núcleo

coclear dorsal y el colículo inferior, así como de la sincronización

neural en las fibras del nervio auditivo y en las neuronas del co-

lículo inferior y de la corteza auditiva. Esta actividad sincrónica

equivaldría a un patrón de coherencia temporal y precisamente

ocurre en aquellas bandas de frecuencia correspondientes a la

pérdida auditiva que hipotéticamente actúa como desencade-

nante de estas alteraciones. En modelos murinos de hipoacusia

inducida por ruido, a nivel molecular esta hiperactividad estaría

ocasionada por una disminución en la actividad del canal de po-

tasio Kv7.2/3 en las células fusiformes del núcleo coclear dorsal,

causada por un cambio de voltaje de Kv7 que aumenta su umbral

de activación (5)

Por otro lado, también se ha apreciado como a estos cam-

bios neurofisiológicos se asocian una serie de modificaciones en

la plasticidad sináptica en la corteza auditiva, que conllevan una

reorganización tonotópica cortical que se corresponde con una

sobrerrepresentación de las frecuencias superiores adyacentes a

aquellas afectadas por la falta de aferencias auditivas (6)

A todas estas alteraciones en la vía auditiva habría que su-

mar las derivadas de las proyecciones del núcleo dorsomedial del

tálamo al núcleo lateral de la amígdala, que explicarían el papel

esencial que desempeña el sistema límbico en la persistencia y

cronificación de los acúfenos (7).

Aunque tradicionalmente los acúfenos se han considerado

un síntoma otológico, es decir, del órgano receptor periférico, más

bien son el resultado de alteraciones en diversas áreas del siste-

ma nervioso central y no solo en la vía auditiva. Desde este punto

de vista, los acúfenos se han asociado a diversas enfermedades,

considerándose como resultado de factores medioambientales y

con una escasa contribución genética. Así, existen múltiples fac-

tores que se asocian a la aparición de acúfenos, tales como la ex-

posición al ruido, la hipoacusia neurosensorial de alta frecuencia,

el estrés, los factores de riesgo vascular (hipertensión, diabetes,

dislipemia), fármacos ototóxicos o alteraciones de la articulación

temporo-mandibular, entre otros. Sin embargo, recientemente se

ha empezado a revisar la contribución de los factores genéticos

en la aparición de los acúfenos (8). Los escasos trabajos publica-

dos apuntan hacia una probable herencia compleja, poligénica,

con penetrancia incompleta, que determinaría una susceptibili-

dad o predisposición genética que interactuaría con factores am-

bientales muy diversos como los antes señalados.

GENÉTICA DE LOS ACÚFENOS

La primera conclusión que se puede extraer tras revisar los

trabajos sobre genética de los acúfenos es que resulta imprescin-

dible mejorar la caracterización clínica de los pacientes para defi-

nir mucho mejor el fenotipo. La razón es que existe una gran he-

terogeneidad clínica en los pacientes con acúfenos y parece muy

necesario definir subtipos o endofenotipos antes de embarcarse

en estudios multicéntricos a escala genómica (9). Efectivamente,

los acúfenos pueden ser objetivos (somatonidos que pueden ser

escuchados por un observador) o subjetivos, constantes o epi-

sódicos, unilaterales, bilaterales u holocraneales, pulsátiles o no,

agudos, subagudos o crónicos, de inicio súbito o progresivo, simi-

lares a un ruido o un tono puro, de tonalidad grave, media o agu-

da, y de intensidad fija o variable, pudiendo asociarse a distintas

comorbilidades y estar desencadenados por factores muy diversos.

Esta heterogeneidad fenotípica que se aprecia en los pa-

cientes con acúfenos explicaría, al menos en parte, porque han

fracasado los intentos por encontrar marcadores genéticos en los

pacientes con acúfeno crónico (10-15). Precisamente, la dificul-

tad para definir las características psicoacústicas de los acufenos,

intensidad y frecuencia principalmente, permite comprender

por qué los estudios de agregación familiar no han demostrado

ninguna heredabilidad (16), y que no se haya podido establecer

diferencias en la prevalencia de los acúfenos de acuerdo al origen

étnico de la población (17-19).

Los acúfenos presentan variaciones entre los individuos de

una población y estas variaciones resultan de la interacción entre

múltiples factores genéticos y medioambientales. La heredabili-

dad se puede definir como la fracción del fenotipo que puede ser

explicada por factores genéticos, que interaccionan de forma adi-

tiva para generar un rasgo clínico. Para estudiar el posible papel

de la herencia en los acúfenos de han empleado diferentes estra-

tegias. Los primeros estudios utilizaron cuestionarios en familias

de pacientes con acúfenos encontrando una probabilidad de su-

frir acúfenos multiplicada por 1.7 cuando otro hermano está afec-

to (16). Sin embargo, la heredabilidad descendió al 0.11 en otro

trabajo que también empleaba cuestionarios en familias (20).

Los estudios de asociación entre casos y controles en genes

candidatos se utilizan para buscar asociaciones entre las varian-

tes en genes candidatos y enfermedades complejas. Este tipo de

estudio sólo permite identificar variantes ligadas a un gen concre-

to y requieren estudios a escala genómica previa para proponer

genes candidatos. Por otra parte, la selección de variantes puede

presentar un sesgo de selección, por la asociación entre el mar-

cador genético en estudio y la variante genética de riesgo verda-

dera (desequilibrio de ligamiento), resultando difícil determinar

cuál es la variante que confiere el riesgo para la fenotipo (21)

Hasta ahora se han realizado 9 estudios de casos-control

con 18 genes candidatos (10-13, 22-26). (Tabla 1). En la mayoría

de estos trabajos no se ha encontrado significación estadística al

comparar la frecuencia de los alelos estudiados entre los casos

con acúfenos y los controles sanos. Tampoco se ha identificado

nuevas variantes ni variantes que se correlacionen con la intensi-

dad de los acúfenos.

Hoy día sabemos que muchas de las enfermedades con

base genética no son debidas a una mutación en un gen concreto,

sino que son poligénicas y están causadas por la combinación de

muchas variantes en un gran número de genes.

La técnicas de secuenciación de nueva generación, en in-

glés NGS (

Next-Generation Sequencing

) y también conocida como

high-throughput sequencing

, han permitido

pasar de los estudios

de asociación de genes candidatos a los

estudios de asociación de

genoma completo o GWAS en inglés (

Genome-wide association

study

) en los que

se estudian miles de individuos para hallar  va-

riantes

de un solo nucleótido,

o SNV en inglés (

single-nucleotide

variant

), esto es,

v

ariaciones en la secuencia de

ADN

que afectan

a una sola 

base.

Los GWAS

se han convertido en el método de

elección para identificar los genes implicados en enfermedades

complejas. Estos estudios se realizan habitualmente en varias fa-

ses. En la primera, empleando herramientas bioinformáticas se

seleccionan los SNVs a genotipar a partir de bloques de SNVs que

estén en desequilibrio de ligamiento. Después se analiza estadís-

ticamente la asociación para determinar SNVs en los que un alelo

esté estadísticamente sobrerrepresentado en los casos respec-

to a los controles sanos. Finalmente, en las regiones en las que

se detectó asociación hay que genotipar más SNVs en esa zona

concreta para delimitar mejor el área implicada. Los resultados

obtenidos deben ser confirmados en cohortes distintas con un

número similar de casos y controles.

A pesar de que los GWAS

suponen una ventaja enorme en cuanto a coste y tiempo frente a

los estudios de asociación basados en genes candidatos también

tienen sus limitaciones, pues el efecto encontrado es muy peque-

ño y explica una parte muy pequeña de la heredabilidad.